02 junio 2006

Preámbulo (IX): Las manifas vanguardistas

Las manifestaciones multitudinarias del 4 de diciembre de 1977 y el referéndum de 28 de febrero de 1980 expresaron la voluntad del pueblo andaluz de situarse en la vanguardia de las aspiraciones de autogobierno de máximo nivel en el conjunto de los pueblos de España. Desde Andalucía se dio un ejemplo extraordinario de unidad a la hora de expresar una voluntad inequívoca por la autonomía plena frente a los que no aceptaban que fuéramos una nacionalidad en el mismo plano que las que se acogían al artículo 151 de la Constitución.


Con lo cual el nacionalismo vuelve a reivindicar su derecho (es importante la palabra, ellos lo consideran un derecho) a ser impuesto desde la ley, pues queda claro que los que no aceptaban "que fuéramos una nacionalidad" (por cierto, ¿dónde se preguntaba por la nacionalidad, que ese referéndum yo debí de saltármelo?) no eran andaluces, o peor todavía, eran antiandaluces, en la misma medida en que los antifranquistas eran antiespañoles.

Es también una pena que el historiador no mantenga informado al antropólogo sobre los datos que demuestran la extraordinaria unidad demostrada por el pueblo. Los resultados oficiales del referéndum del 28 de febrero de 1980 hablan de que un 54,07% del censo votó afirmativamente a esto: “¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo 151 de la Constitución, a efectos de su tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo?”. Por provincias, y tras un cuidadoso trabajo de pulido a cuenta de las reclamaciones presentadas, los síes alcanzaron estos porcentajes: Almería, 43,32 %; Cádiz, 56,12%; Córdoba, 59,96%; Granada, 52,95%; Huelva, 53,89%; Jaén, 50,07%; Málaga, 52,04%; Sevilla, 64,89%. (Reconozco que las centésimas de fiebre de los jiennenses siempre me intrigaron). Es decir, el resultado del referéndum fue negativo, ya que no cumplía con su requisito principal, que era que para que se produjese la ratificación solicitada, el 50% del censo de cada una de las provincias tendría que votar afirmativamente. ¿Habría de preocuparse Andalucía por una minucia como esa? ¡Quiá! El siguiente referéndum, el del 20 de octubre de 1981, fue convocado ya para pronunciarse sobre un texto estatutario, que se acogía a la ratificación que el voto del pueblo había negado un año y medio antes.

Nada extraordinario, si tenemos en cuenta que en los últimos días nos hemos enterado de que la esencia de la democracia no es el respeto al procedimiento del estado de derecho, sino la cintura. Y de esa, los nacionalistas siempre han ido sobrados. Lo de los socialistas no deja de ser una novedad.

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