02 noviembre 2006

Sólo son palabras

Impresionante.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Malentendedidos muy comunes hoy en dia, en los que cae usted:
1. Es indecente un sistema democratico que ponga el punto de partida en una construccion sentimental e ideologica. Los regimenes democraticos de hoy ponen su punto de partida en los valores de la Revolucion Francesa. No configuran unos valores una ideologia como otra cualquiera? Por otra parte, nada nace del vacio, ni siquiera un regimen democratico. Volviendo al nacionalismo, que entiendo es su papus particular, este no es una ideologia (sabe usted de algun libro que describa sus objetivos y metodos? Yo no), y tampoco creo que sea un sentimiento, sino sencillamente la muy extendida tendencia, antigua como el hombre mismo, de apreciar especialmente a los que tienen en comun con uno un idioma, una cultura, una historia comun. Historia mitica la nacionalista? Si quiere usted podemos analizar cientificamente la ayuda de Santiago Matamoros a los españoles cuando la Reconquista.
2. Nadie permitiria que la democracia española se definiera como catolica? Si mal no recuerdo, la sacrosanta Constitucion, esa que es base de la España moderna, escribe en claras letras el apego especial de España por el catolicismo.
3. El estado democratico es neutral en materia ideologica? Pues no creo. Hoy, todos los estados tienen su lista de materias prohibidas. Por ejemplo, en Francia es de carcel dudar del Holocausto, y hace poco han hecho extensiva la prohibicion al genocidio armenio. Tambien quien exprese dudas sobre cuestiones raciales o sobre los sacrosantos derechos del hombre, o sobre los derechos de los homosexualesy lesbianas puede acabar en la trena. Es este estado ideolgicamente neutro? Anda ya!
Si a usted le revientan los mitos andalucistas pero se cree lo de Santiago Matamoros, pues es cosa suya, pero no pretenda elevarlo a categoria.

Argantonio dijo...

Es lo que tienen los blogs. A mí también me ha pasado, que conste. Uno entra en un blog, lee la última entrada (o las dos o las tres últimas) y si no encuentra una condena rotunda del nazismo presupone que el autor del blog debe de ser un nazi. Normalmente, uno se lo calla, pero lo piensa, ya lo creo que lo piensa. Yo una vez entré en un blog cuyo último post era una defensa de la alcachofa y deduje que el autor era vegetariano. Es lo que tienen los blogs, sí.

Sin embargo, hay otros que no se lo callan, sino que sacan la escopeta y disparan a todo lo que se mueve, las margaritas, las gaviotas, hasta al sepulcro del Cid...

Argantonio dijo...

Pero, si la tecnología me lo permite, la participación de otro es siempre interesante y bienvenida, y no me gustaría dejar al hombre con tantas dudas. Vuelvo en cuanto haya resuelto un pequeño problema con mis informáticas y la adrenalina.

Argantonio dijo...

Sobre la confusión entre valores e ideología, tiene razón otro en una cosa: la democracia no es una entelequia asentada en el vacío. Se equivoca en todo lo demás, pero bueno, algo es algo.

La democracia tal y como la conocemos hoy en Occidente se asienta, en efecto, en unos principios, que a su vez se basan en unos valores que la historia ha ido destilando muy lentamente en la civilización occidental. Decir que esos valores son los de la Revolución Francesa es como no decir nada. Por supuesto que el ideario ilustrado (presente en la RF en grados diferentes, dependiendo del momento y las personalidades que tengamos en cuenta) es parte esencialísima de los valores sobre los que se alzan los principios democráticos actuales, pero está muy lejos de configurarlos tal cual son. ¡Han pasado casi tres siglos desde Diderot!

Todo sistema social parte de unos principios, por supuesto. Hay (y ha habido) otros: la sharía, el leninismo, el maoísmo, el peronismo, el nacionalsocialismo... ¿Qué ventajas tienen los principios de las democracias liberales occidentales? Pues que parten del reconocimiento de la libertad de conciencia, esto es, ideológica, cuya única cortapisa es el respeto del mismo derecho en los otros. Son principios universales y basados en la razón y en la tolerancia: yo soy absolutamente libre de creer en los viajes astrales o en la dictadura del proletariado siempre que no trate de imponer esas creencias a los demás. La democracia liberal no es más que el marco legislativo que permite a los individuos desarrollarse libremente según su propia conciencia y sin más punto de apoyo que la existencia de una declaración de derechos que se asienta en unos valores tan ampliamente compartidos que sólo desde la mala fe o la ignorancia supina pueden ser considerados una imposición ideológica, y mucho menos "una ideología como otra cualquiera". Ahora bien, los regímenes democráticos no son sistemas platónicos: están cuajados de imperfecciones, unos más que otros, y a mí el español me parece singularmente imperfecto.

Argantonio dijo...

Sobre el nacionalismo como ideología, la bibliografía podría ocupar cientos de estanterías. Seguramente es que otro ha leído poco. Pero nada más lejos de intención que tratar de abrumarlo: yo creo que podría valerle con acercarse a cualquier manual medianamente decente de Historia del pensamiento político. Podría servir el Touchard, a pesar de que tiene ya sus añitos y del indudable sesgo marxista de muchos de sus autores y planteamientos. Pero si no quiere quebrarse demasiado la cabeza puede recurrir a una obrita de muy fácil lectura publicada recientemente por Alfredo Cruz Prados con el significativo título de El nacionalismo: una ideología.

Argantonio dijo...

Sobre el nacionalismo como "tendencia a apreciar a los que comparten lengua, historia y blablabla", ¿qué me va a contar usted a mí? Si es contra eso precisamente contra lo que combato. No contra mis compatriotas o contra los que hablan mi mismo idioma o comparten mi historia (¿la Humanidad?), no me entienda mal, no es contra eso, sino contra los que pretenden crear comunidades basadas en los sentimientos individuales impuestos como identidad colectiva. ¡Y por eso pretenden legislar desde los fundamentos de la Patria inamoviblemente constituida y eternamente emergente! Usted puede seguir si lo desea viviendo en la tribu, pidiéndole consejo al brujo cada vez que tenga que actuar, no sea que sus actos se opongan a la identidad del pueblo. Yo prefiero la soledad de los espacios abiertos.

Argantonio dijo...

¿Historia mítica la nacionalista? No, mitos y mentiras que pretenden ocupar el lugar de la realidad. La Historia es otra cosa. Uf, las 3 y 5. Esta tarde sigo.

Argantonio dijo...

Malentendidos sobre la Constitución y otras yerbas.

La Constitución no es sacrosanta, ya que la hicieron hombres y prevé su mecanismo de reforma. Yo eliminaria de ella algunos presupuestos nacionalistas ("lo de la indisoluble unidad" del artículo 2), otros que sirven de plataforma para el mantenimiento de privilegios de grupo (el artículo 16: el que consagra el carácte aconfesional del Estado, pero es tan confuso y ambiguo que consiente el trato de favor a la Iglesia Católica), otros que señalan cómo tienen que orientarse los principios de la dirección política de los asuntos y reformaría muchos aspectos más (el Título VIII desde luego), pero se trata sin ninguna duda de un instrumento legislativo que ha hecho mucho (bien) por la España actual y en torno a la cual se han reunido ciudadanos de sensibilidades, sentimientos e ideologías muy diversos. Decir lo contrario es, por resultar generoso en la expresión, poco sensato.

En cuanto a la empanada mental del final, mezclando la censura en torno a temas sensibles (que rechazo: las mentiras y las falacias deben de ser combatidas con argumentos superiores y no con prohibiciones) con la ofensa personal por cuestiones de raza u orientación sexual me ha dejao descolocao, a qué negarlo. Que eso signifique la no neutralidad de un Estado en materia ideológica cambia por completo la perspectiva de estudio de las Ciencias Sociales para el futuro. Yo creo que merecería una portada de la ISSR (eso sí, el abstract al menos en inglés, que si no se lo publican).

Por último, no se muy bien qué chanchullos se trae usted con ese tal Santiago Matamoros, pero parece que le tiene mucho aprecio. Si se refiere al apóstol Santiago, le aclaro que su presencia en España es un mito, una tradición falsa, como la de la "nación andaluza". Por suerte, no figura en las leyes españolas. Eso que me ahorro.

Gracias.

Argantonio dijo...

Ya se me olvidaba... Otro, le dejo un ejercicio: vaya al Ferrater Mora (no, no es un pub, es un Diccionario) y estúdiese para mañana la entrada "Categoría"... Y que le aproveche.

Anónimo dijo...

Juaaaa... Cuando leo al anfitrión diciendo que "otro dice esto", "otro opina aquello", no puedo evitar acordarme de Polifemo: "Nadie me ha herido, Nadie me ha dejado ciego".

Sólo que aquí la somanta de palos la lleva el otro nadie, para variar. ¿por qué será (a mí me pasa también) que la mayoría de los que escriben para oponerse se esconden tras nicks genéricos y sin enlace? ¿pensarán que vamos a ir a pegarles a sus casas, como si fuéramos nacionalistas o algo?