31 julio 2006

Artículo 11: Identidades asesinas

Los poderes públicos de Andalucía promoverán el desarrollo de una conciencia ciudadana y democrática plena, fundamentada en los valores constitucionales y en los principios y objetivos establecidos en este Estatuto como señas de identidad propias de la Comunidad Autónoma. Con esta finalidad se adoptarán las medidas precisas para la enseñanza y el conocimiento de la Constitución y el Estatuto de Autonomía.

Decíamos ayer que la obsesión del nacionalismo rampante por las identidades puede conducir a los crímenes más horrendos, sobre los que, por bien conocidos, no vale la pena insistir ahora, pero no sin dejar de pasar antes por el ridículo, que le coge justo al lado. Promoción de identidades colectivas y ridículo están unidos por una visible y sólida línea lógica, como la que traza este artículo tramposo y absurdo como él solo. Claro que promover los valores democráticos y el conocimiento del marco legal debe de ser preocupación fundamental del Poder, pero hacer de los "valores constitucionales" y "de los principios y objetivos del Estatuto" señas de identidad propias de los andaluces es una de las majaderías más antológicas que uno pueda recordar. ¿Se nos quiere decir que la interiorización de los objetivos trazados en este estatuto nos hará más andaluces?, ¿se pretende afirmar que lo que nos distingue de los demás son los valores constitucionales (!!!!)? Pero cómo es eso posible. Se supone que la identidad es lo que ya tenemos y nos hace ser como somos. ¿No es esto en el fondo una confesión de parte de que no existe nada parecido a una identidad andaluza y nuestros políticos se esfuerzan en proporcionarnos una? ¿A qué juegan?

Por supuesto, la realidad es siempre infinitamente más compleja que la que pretenden moldear a su gusto estos ingenieros sociales de pacotilla. La cuestión de la identidad personal es ya suficientemente enrevesada como para que nos quieran imponer por decreto cuál debe de ser nuestra identidad como miembros de una comunidad política (que si no eres católico eres un mal español, si quieres que el Barça pierda hasta cuando juega con el Aarhus eres un pésimo catalán y si detestas a Camarón eres una peste de andaluz). Decía Amin Maalouf en un libro publicado hace ya algunos años que constantemente tenía que estar respondiendo a cuestiones del tipo: "¿Se siente usted más libanés o francés?", y cuando respondía que "ambas cosas", lo normal era que el interlocutor insistiera: "Sí, pero en el fondo, ¿qué es lo que se siente?". Y al respecto dice Maalouf:

Durante mucho tiempo esa insistente pregunta me hacía sonreír. Ya no, pues me parece que revela una visión de los seres humanos que está muy extendida y que a mi juicio es peligrosa. Cuando me preguntan qué soy "en lo más hondo de mí mismo", están suponiendo que "en el fondo" de cada persona hay sólo una pertenencia que importe, su "verdad profunda" de alguna manera, su "esencia", que está determinada para siempre desde el nacimiento y que no se va a modificar nunca; como si lo demás, todo lo demás –su trayectoria de hombre libre, las convicciones que ha ido adquiriendo, sus preferencias, su sensibilidad personal, sus afinidades, su vida en suma–, no contara para nada. Y cuando a nuestros contemporáneos se los incita a que "afirmen su identidad", como se hace hoy tan a menudo, lo que se les está diciendo es que rescaten del fondo de sí mismos esa supuesta pertenencia fundamental, que suele ser la pertenencia a una religión, una nación, una raza o una etnia, y que la enarbolen con orgullo frente a los demás.

El proyecto de Estatuto andaluz lleva hasta el extremo del ridículo esta pretensión de afirmar la identidad para enarbolarla frente al otro, porque cuando los que lo han redactado la buscan (la identidad andaluza) caen en tal cúmulo de dificultades y contradicciones que en medio del delirio y el marasmo terminan escribiendo cosas como ésta, que los valores constitucionales y los objetivos del Estatuto que ellos mismos redactan (pueden volver a leerse en los artículos precedentes a éste, es digno de hacerse) son señas de identidad propias, las que, junto a otras, debe suponerse, nos singularizan como andaluces del resto de habitantes del planeta. Pobres.

13 julio 2006

Artículo 10: Lô ohetibô (y VI)

16º La participación ciudadana en la elaboración, prestación y evaluación de las políticas públicas, así como la participación individual y asociada en los ámbitos cívico, social, cultural, económico y político, en aras de una democracia social avanzada y participativa.
Cuánta hueca palabrería... Y qué solemnes y cursis se ponen los padres de la Patria, dios. La esencia de las sociedades libres es que las hacen los ciudadanos y no los políticos, sí. Pero necesitan decirlo, por si no lo teníamos claro. Y esa manía de poner adjetivos a la democracia... (lo de "social" es de traca. El ser humano es un animal social, así que si va por ahí es innecesario decirlo... La cosa está en que no va por ahí)
17º El diálogo y la concertación social, reconociendo la función relevante que para ello cumplen las organizaciones sindicales y empresariales más representativas de Andalucía.
Más representativas, no, hombre, todas.
18º La promoción de las condiciones necesarias para la plena integración de las minorías y, en especial, de la comunidad gitana para su plena incorporación social.
¿Pero esto no lo habían dicho ya?

19º El fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos.

20º La cooperación internacional con el objetivo de contribuir al desarrollo solidario de los pueblos.

Vale.

Leyendo detenidamente los objetivos que propugna el Estatuto, uno no puede menos que asombrarse por esta retórica inútil y fofa, que se aprobará de todos modos, ya que en lo básico todos los partidos firmarían algo así (ya existe algo parecido en el Estatuto vigente). Y yo no sé para qué sirve, de verdad que no. No entiendo por qué una norma legal que en teoría debe de servir para deslindar competencias y definir formas de organización administativa tiene que meterse en las aspiraciones (no sólo colectivas) de los ciudadanos. Aunque algunos partidos se encuentran con esto el programa electoral ya medio hecho, eso sí. Objetivos de papel.

08 julio 2006

Una entrevista con Jon Juaristi

En una entrevista que publica la revisa Letras Libres en su número de junio pasado, Jon Juaristi hace, con la lucidez acostumbrada, un excepcional análisis del camino recorrido por el nacionalismo vasco desde su nacimiento, vinculado al carlismo y el más crudo españolismo tradicionalista (Dios, Patria, Rey), hasta la actualidad. Como ya comentamos por aquí en su momento al referirnos a La materia de Andalucía tan magníficamente diseccionada por Enrique Baltanás, la vinculación del origen del nacionalismo que nos asuela con la literatura romántica se da también en el caso vasco, en el que el antiliberalismo, el temor a la democracia y a la modernidad se constata de forma especialmente clara. Como en el nacionalismo vasco, también en el nacionalismo andaluz hay una vinculación muy estrecha con la esencia de lo español. Si en el caso vasco esa relación se sustancia a través del tradicionalismo político más reaccionario, en el andaluz la sinécdoque se funda en el folclore. Y, aunque de forma difusa, el camino seguido por el nacionalismo andaluz tiene preocupantes notas de convergencia con el vasco. Del españolismo más racial al antiespañolismo más crudo (que hoy expresan por ejemplo grupos tan delirantes como Nación andaluza) los pasos se van dando uno tras otro. En Andalucía no tenemos (de momento) una lengua propia que pueda actuar como amalgama y revulsivo nacional de carácter sentimental y fácilmente manipulable, pero sí están los agravios históricos y las señas de identidad que tan finamente (es un decir) se encarga de hilar el proyecto de Estatuto y que en las manos adecuadas no tardaría en convertir el milenario solar andaluz del mestizaje y el encuentro en un hostil territorio de boinas encasquetadas y goma-2. Ya se encargarían los descarriados de activar los detonadores.

06 julio 2006

Artículo 10: Lô ohetibô (V)

13º La cohesión social, mediante un eficaz sistema de bienestar público, con especial atención a los colectivos y zonas más desfavorecidos social y económicamente, para facilitar su integración plena en la sociedad andaluza, propiciando así la superación de la exclusión social.

14º La especial atención a las personas en situación de dependencia.

14º bis. La integración social, económica y laboral de las personas con discapacidad.

14º ter. La integración social, económica, laboral y cultural de los inmigrantes en Andalucía.

Se me abren las carnes con los cultismos (bis y ¡¡ter!!, ¡coño!) . Lo que no entiendo es el para qué. ¿No les bastaba con un punto y seguido? ¿O con otro número? ¿Juegan a la cábala? ¿O es que ya desde el principio querían dejar bien claro que no es lo mismo un cojo (andaluz de pura cepa, se supone) que un moro? Hay además en todo esto algo que me intriga y, a la vez, me aterra. Es lo de la cultura. Entendida desde los valores democráticos de la civilización occidental no es que me parezca oportuno conseguir la "integración" de los inmigrantes, es que me parece básico e imprescindible. Pero entonces, ¿para qué tanta farra con lo del multitodo? Y (lo aterrador), ¿la integración cultural pasa por el rebujito y los tacones, el "dojjermana" de los trenes, la casa de la diputación en el Rocío y la exclusividad sobre el flamenco?

15º La expresión del pluralismo político, social y cultural de Andalucía a través de todos los medios de comunicación.

¡¡La gallina!! ¿Entonces qué hacemos con Canal Sur, Manolo, qué hacemos con Canal Sur y con Tom Martín tin tin?

03 julio 2006

Las autonosuyas

El jueves pasado por la noche, en un canal fascista que se dedica a poner sólo cine español (¡y la mayor parte de las películas son anteriores a 1976, figúrense!), estuve viendo Las autonosuyas, película de otro fascista, Rafael Gil (que no paró de hacer cine durante el franquismo, dense cuenta), basada en la novela de un fascista elevado al cubo, Fernando Vizcaíno Casas. Y reconozco que me descojoné. Es que los clavan. A los amos del corralito autonómico. Los clavan. Lean, lean en la reseñita que enlazo con el nombre del novelista la reacción del gobierno nacionalista vasco en 1983 y entenderán, como yo, que esta película debería de ser de proyección obligatoria en todos los cines de verano de España.