Los poderes públicos de Andalucía promoverán el desarrollo de una conciencia ciudadana y democrática plena, fundamentada en los valores constitucionales y en los principios y objetivos establecidos en este Estatuto como señas de identidad propias de la Comunidad Autónoma. Con esta finalidad se adoptarán las medidas precisas para la enseñanza y el conocimiento de la Constitución y el Estatuto de Autonomía.
Decíamos ayer que la obsesión del nacionalismo rampante por las identidades puede conducir a los crímenes más horrendos, sobre los que, por bien conocidos, no vale la pena insistir ahora, pero no sin dejar de pasar antes por el ridículo, que le coge justo al lado. Promoción de identidades colectivas y ridículo están unidos por una visible y sólida línea lógica, como la que traza este artículo tramposo y absurdo como él solo. Claro que promover los valores democráticos y el conocimiento del marco legal debe de ser preocupación fundamental del Poder, pero hacer de los "valores constitucionales" y "de los principios y objetivos del Estatuto" señas de identidad propias de los andaluces es una de las majaderías más antológicas que uno pueda recordar. ¿Se nos quiere decir que la interiorización de los objetivos trazados en este estatuto nos hará más andaluces?, ¿se pretende afirmar que lo que nos distingue de los demás son los valores constitucionales (!!!!)? Pero cómo es eso posible. Se supone que la identidad es lo que ya tenemos y nos hace ser como somos. ¿No es esto en el fondo una confesión de parte de que no existe nada parecido a una identidad andaluza y nuestros políticos se esfuerzan en proporcionarnos una? ¿A qué juegan?
Por supuesto, la realidad es siempre infinitamente más compleja que la que pretenden moldear a su gusto estos ingenieros sociales de pacotilla. La cuestión de la identidad personal es ya suficientemente enrevesada como para que nos quieran imponer por decreto cuál debe de ser nuestra identidad como miembros de una comunidad política (que si no eres católico eres un mal español, si quieres que el Barça pierda hasta cuando juega con el Aarhus eres un pésimo catalán y si detestas a Camarón eres una peste de andaluz). Decía Amin Maalouf en un libro publicado hace ya algunos años que constantemente tenía que estar respondiendo a cuestiones del tipo: "¿Se siente usted más libanés o francés?", y cuando respondía que "ambas cosas", lo normal era que el interlocutor insistiera: "Sí, pero en el fondo, ¿qué es lo que se siente?". Y al respecto dice Maalouf:
Durante mucho tiempo esa insistente pregunta me hacía sonreír. Ya no, pues me parece que revela una visión de los seres humanos que está muy extendida y que a mi juicio es peligrosa. Cuando me preguntan qué soy "en lo más hondo de mí mismo", están suponiendo que "en el fondo" de cada persona hay sólo una pertenencia que importe, su "verdad profunda" de alguna manera, su "esencia", que está determinada para siempre desde el nacimiento y que no se va a modificar nunca; como si lo demás, todo lo demás –su trayectoria de hombre libre, las convicciones que ha ido adquiriendo, sus preferencias, su sensibilidad personal, sus afinidades, su vida en suma–, no contara para nada. Y cuando a nuestros contemporáneos se los incita a que "afirmen su identidad", como se hace hoy tan a menudo, lo que se les está diciendo es que rescaten del fondo de sí mismos esa supuesta pertenencia fundamental, que suele ser la pertenencia a una religión, una nación, una raza o una etnia, y que la enarbolen con orgullo frente a los demás.El proyecto de Estatuto andaluz lleva hasta el extremo del ridículo esta pretensión de afirmar la identidad para enarbolarla frente al otro, porque cuando los que lo han redactado la buscan (la identidad andaluza) caen en tal cúmulo de dificultades y contradicciones que en medio del delirio y el marasmo terminan escribiendo cosas como ésta, que los valores constitucionales y los objetivos del Estatuto que ellos mismos redactan (pueden volver a leerse en los artículos precedentes a éste, es digno de hacerse) son señas de identidad propias, las que, junto a otras, debe suponerse, nos singularizan como andaluces del resto de habitantes del planeta. Pobres.
3 comentarios:
Tremendas palabras de Maalouf , tremendas por razonables ya que, hoy en día, el sentido común es sospechoso de dopping.
El desasosiego de no poder explicar siquiera una convicción vital alejada de las interesadas fronteras políticas es una foto con un número delante en una comisaría sin haber hecho nada malo. Peor, que te dejen explicarlo a un foro compuesto por políticos.
Hay una frase desalentadora, cuando dice: "durante mucho tiempo esa insistente pregunta me ha hecho sonreír. Ya no…".
Somos lo que somos, Argantonio, y queda institucionalizado bien a las claras como tú dices en el Estatuto, somos "Mire usted, señora Martínez…"
Con perdón por el off topic: ¿es fiable la tienda esa, Agapea, para hacer pedidos?
Thanks y abrazos,
Er Opi.
Hay dos nacionalistas catalanes con los que suelo conversar en el msn, que me hacen afirmaciones del tipo de:
- Si no te identificas totalmente con la cultura andaluza, entonces no tienes cultura.
- A mi no me importa que tú estuvieras dispuesta a luchar por mi derecho a rotular en catalán en Madrid, porque paso de todo lo que no sea Cataluña.
Y yo les digo que tienen un concepto muy limitado de cultura y un mundo muy pequeño. Pero ¿qué es eso frente a la cálida sensación de sentirse miembro de la tribu?.
Miedo me da que Andalucía tome también esos derrote-ros.
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