16º La participación ciudadana en la elaboración, prestación y evaluación de las políticas públicas, así como la participación individual y asociada en los ámbitos cívico, social, cultural, económico y político, en aras de una democracia social avanzada y participativa.Cuánta hueca palabrería... Y qué solemnes y cursis se ponen los padres de la Patria, dios. La esencia de las sociedades libres es que las hacen los ciudadanos y no los políticos, sí. Pero necesitan decirlo, por si no lo teníamos claro. Y esa manía de poner adjetivos a la democracia... (lo de "social" es de traca. El ser humano es un animal social, así que si va por ahí es innecesario decirlo... La cosa está en que no va por ahí)
17º El diálogo y la concertación social, reconociendo la función relevante que para ello cumplen las organizaciones sindicales y empresariales más representativas de Andalucía.Más representativas, no, hombre, todas.
18º La promoción de las condiciones necesarias para la plena integración de las minorías y, en especial, de la comunidad gitana para su plena incorporación social.¿Pero esto no lo habían dicho ya?
19º El fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos.
20º La cooperación internacional con el objetivo de contribuir al desarrollo solidario de los pueblos.
Vale.
Leyendo detenidamente los objetivos que propugna el Estatuto, uno no puede menos que asombrarse por esta retórica inútil y fofa, que se aprobará de todos modos, ya que en lo básico todos los partidos firmarían algo así (ya existe algo parecido en el Estatuto vigente). Y yo no sé para qué sirve, de verdad que no. No entiendo por qué una norma legal que en teoría debe de servir para deslindar competencias y definir formas de organización administativa tiene que meterse en las aspiraciones (no sólo colectivas) de los ciudadanos. Aunque algunos partidos se encuentran con esto el programa electoral ya medio hecho, eso sí. Objetivos de papel.
2 comentarios:
De: http://www.larazon.es/noticias/noti_nac17719.htm
Chaves declara que los andaluces que viven en otras comunidades están «en el extranjero»
M. R. Iglesias
Madrid- Hay 1,6 millones de andaluces repartidos por las comunidades autónomas de nuestro país, que para el Gobierno de Chaves viven en el extranjero, tal como se pone de manifiesto en la publicación oficial de la Junta sobre Gobierno Local del pasado mes de enero.
En esta publicacion hay un extenso artículo que explica las bondades de la nueva Ley Reguladora del Estatuto de los Andaluces en el Mundo, que entonces estaba a punto de aprobarse, en el que se incluye un gráfico de barras bajo el epígrafe «distribución de las comunidades andaluzas en el extranjero», y con datos de los andaluces que viven en Cataluña, Valencia, Madrid, País Vasco y Baleares.
Además el gráfico se complementa con una leyenda en la que se explica que «para su reconocimiento, las comunidades andaluzas en el extranjero deben acreditar que están constituidas como sin ánimo de lucro y que gozan de personalidad jurídica propia». En la misma publicación se indica que la citada Ley recoge, por primera vez, los derechos de los andaluces residentes en otros países en materia política, social, asistencial y cultural. Andalucía cuenta en la actualidad con unos dos millones de habitantes que residen de forma estable fuera de sus fronteras, producto de una emigración económica que fue especialmente intensa entre los 1960 y 1975. En los últimos años, parte de estas personas han comenzado a retornar mientras que entre sus descendientes Andalucía también se contempla como un lugar donde establecerse o estudiar.
La situación española puede verse así: ¿hay alguien al que le guste que le roben la cartera?. Casi seguro que no, pero si que se alegra y mucho, el ladrón y su familia.
En España la lucha política es cada vez más abierta y notoria, no sólo entre partidos, también en otros estamentos y en instituciones del Estado. En el Poder judicial, en el Parlamento, en las Autonomías, en la Policía, en el Ejército, en la Iglesia y en la propia sociedad, se manifiesta y se percibe cada vez más intensamente, una lucha incesante y creciente.
¿Quiénes contienden?
Dos vectores principales, el uno representado por el PSOE y sus familiares políticos, el otro representado de muy diversas formas en el resto del país, que se opone al primero.
¿Qué se ventila?
El carácter del Estado e incluso su propia existencia como lo conocemos, concebimos y pactamos entre todos. En otras palabras, el poder político, el uso que hay que hacer de él y qué vector lo debe manejar.
¿Cómo se produce?
Por la persistencia de unas actuaciones políticas que trascienden el mero juego democrático, ya que ponen sobre el tapete público el carácter, los métodos y los resultados prácticos de esa tendencia, porque incurren permanentemente en la modificación del status constitucional, sin respetar, y aún contraviniendo, los cauces previstos para su posible modificación.
¿A qué puede obedecer este proceso?
Si como elementos instrumentales sirven adecuadamente el asunto de ETA-Batasuna y el nuevo Estatuto de Cataluña, el verdadero objetivo de esta inercia es la destrucción de la configuración político-social española, la alteración soto vocce de la Constitución, la sustracción a hurtadillas de la soberanía nacional y todo ello con el resultado del debilitamiento del poder de los ciudadanos, de su peso político en la sociedad, el enfrentamiento social divisorio y la disminución de los derechos sobre sus vidas, sus recursos colectivos y su posibilidad de decisiones al respecto. En definitiva, puede percibirse la imposición de intereses poderosos a expensas de los intereses generales que incluye a los más débiles.
¿Cual es la perspectiva?
Estamos en una paulatina declaración de hostilidad política, social e ideológica. Y en toda guerra se preparan las trincheras y los contendientes. En la misma medida que persistan las actividades de las fuerzas principales, se incrementará el arsenal de las partes, se pulirán sus armas, se agudizará el enfrentamiento y se nutrirán los ejércitos de más y mejores recursos de todo tipo.
Y en uno de los bandos milita C's, Ciudadanos de forma destacada y consecuente. Debe discutirse la táctica y el tipo de armas, el momento y la forma, la manera y el alcance, la tribuna y su color, pero ya no es tiempo de ignorar la propia posición ni la intención del enemigo.
Mario
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