21 agosto 2006

Menores de edad / Mayores de qué

Decíamos ayer que los eufemismos son términos sustitutivos de aquellos que el hablante entiende inadecuados en determinados contextos por resultar despectivos o de mal gusto. Su empleo es universal y necesario, pero el posmodernismo leguleyo de nuestros días ha hecho de su empleo nada menos que materia de imposición legal (lenguaje no sexista obligatorio como disparate más visible, con inspectores incluidos recorriendo colegios e institutos en busca de profesores desalmados que dicen y escriben alumnos cuando deberían decir y escribir alumnos y alumnas o alumnado). Pero además de ese tipo de eufemismos contra el mal gusto hay otros que se dirigen a denominar a ciertos grupos de individuos que, por una u otra razón, tienen características especiales, que los hacen supuestamente diferentes a la mayoría (homosexuales, ciegos, cojos, viejos...). Se trataría de evitar referirnos a ellos con expresiones que puedan resultarles hirientes, noble objetivo siempre que se produzca mediante la evolución normal del idioma. Y por supuesto que esto tampoco es nuevo. Aún recuerdo (andaría yo por 6º de EGB) cuando un maestro nos explicaba que en el boletín de calificaciones se había sustituido la denominación de Deficiente y Muy Deficiente por la de Insuficiente, ya que las dos primeras podían resultar insultantes. Nos reímos mucho en clase aquel día.

Especialmente desafortunadas son todas las formas que se han buscado para llamar a los viejos. A mí, 'viejo' me parece una palabra preciosa, sin matiz despectivo alguno. Su etimología tampoco es sospechosa, pues procede de 'vetulus' ("de cierta edad, algo viejo") a través de la forma vulgar 'veclus', por lo que ha estado indefectiblemente unida siempre a las personas y no a las cosas. En este sentido prefiero 'viejo' a 'anciano' (de 'antianus', derivado del adverbio 'ante'), que no tiene en su etimología la marca de la persona. En cualquier caso, ambas son preferibles a la cursilada de la "tercera edad" con que nos atormenta la Constitución española del 78 y a los "mayores" que se saca de la manga el proyecto de Estatuto andaluz. Si la expresión "menores" tiene la ventaja de que contamos con un límite temporal preciso (los 18 años de edad) para delimitar el grupo de personas al que nos referimos, y por ello pienso que su uso es pertinente, la expresión "mayores" es, por lo que hace al sentido temporal, tan ambigua como "viejos" o "ancianos" (o más, pues a "menores de edad" parece corresponder la expresión paralela "mayores de edad") y expresivamente resulta infinitamente más inexacta, inapropiada y ridícula. O sea, digna de este proyecto.

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