02 agosto 2006

Mi vida como Hamlet

Algo huele a podrido en el régimen. Y pareciera que, por contradecir aquel relato magistral de Jorge Zalamea, sea precisamente Su Excelencia el único que no se apercibiese del hedor que va dejando la descomposición del poder, cuando éste se ejerce de forma ininterrumpida durante décadas. Como si los lacayos más cercanos a Su Excelencia trataran de aislar la peste que asciende desde los círculos inferiores de la administración. Sólo así parece entenderse la desvergüenza inconmensurable de los dirigentes del PSOE que exigen ahora disculpas por las absoluciones del caso Ollero. Difícil resulta encontrar precedentes conocidos. Ayer y hoy, Javier Caraballo ha sentado ya cátedra sobre el asunto, y esta misma mañana Ignacio Camacho lo acompaña desde el diario ABC con un artículo igualmente claro y revelador.

Amigos como son de los mitos (el texto del proyecto de Estatuto como sublime e irrefutable prueba), la imprescindible dimensión escatológica con la que éstos se presentan ante el pueblo, se les ha tornado a Su Excelecencia y sus lacayos en pura podredumbre. Es decir, la escatología, aprovechando la cintura de la semántica castellana, en su sentido más popular y hamletiano.

2 comentarios:

canalsu dijo...

Recuerda, Argantonio, que los tratamientos arcáicos se han suprimido en la Junta.

Zarrías ya estableció el tratamiento a Chaves, no le llames excelencia, basta con zeñorito.

Enrique Baltanás dijo...

O patriarca, porque ya se ve que es un esforzado cabeza de clan familiar.